Estas navidades hemos tenido la suerte de poder ir al teatro en varias ocasiones.
Hemos hecho bis con La sirenita, primero con el ballet de Ucrania y después con una sencilla y valiente interpretación del cuento, que vimos en nuestro pueblo.
La tercera representación que vimos fue Hansel y Gretel.
La verdad es que estas salidas nos han dado para muchas conversaciones y no menos carcajadas.
Por un lado hemos intercambiado nuestra opinión sobre las representaciones y posteriormente hemos hecho alguna que otra crítica que nos ha hecho reír bastante.
El ballet nos hizo reflexionar sobre la situación de los niños que formaban la compañía de danza de un país que ha pasado tantas dificultades, no sabíamos que íbamos a ver a niños, yo particularmente esperaba adultos...
Indagando un poco en la historia del país hemos conocido el tremendo sufrimiento que persigue a este pueblo (la hambruna de 1932-33, que provocó la muerte de más de siete millones de personas, la invasión alemana en 1941 durante la II Guerra Mundial, de nuevo el dominio soviético en el 44,
la catástrofe nuclear de Chernóbil en 1986, cuyas consecuencias siguen sufriendo, la crisis económica interminable, las contínuas corrupciones en el gobierno y los conflictos con Rusia por la posesión de la Flota del Mar Negro y por el precio del gas que les suministra dicho país).
La segunda representación pudimos disfrutarla a tan sólo unos pasitos de casa. Fue un espectáculo diferente a lo que esperaban los espectadores. No hubo decorados, salvo la silueta de un mar negro y dos biombos blancos.Tampoco hubo vestuario, salvo dos trajes desgastados de marinero que vestían los protagonistas. Y por último, la representación se mantuvo con sólo dos actores, que interpretaban todos los personajes de la obra.
A pesar de estos "detalles", los actores mantuvieron al público, mayoritariamente infantil, atento a la obra. Despertaron carcajadas y sorprendieron a todos con una bonita coreografía con la que representaron al mar.
Rafa y Manuel piensan que "por lo menos La sirenita debía haber llevado cola".
En la última representación, quedaron satisfechos, aunque después en casa tuvimos ocasión de reirnos mucho por lo "mala" que nos pareció. La verdad es que salieron contentos porque entre las entradas hicieron un sorteo y nos tocó un juego: "Cifras y letras".
Entre otras cosas, esta última representación no me gustó por esa mal extendida costumbre que tienen algunos adultos de representar a los niños como bobalicones. Manuel y Rafa en un intento por defender a los actores me dicen :"claro mamá, imagínate esos pobres niños huérfanos de madre, pobres, ..." Mi respuesta: "motivo de más para que fueran más despiertos, que el hambre aguza los sentidos".
2 comentarios:
Que envidia me da que pudierais ir al ballet... que suerte, a mí me encanta.
Hacía mucho que no íbamos, sí que fue una suerte. Aunque es el ballet que menos hemos disfrutado.
A mis chicos les gusta mucho Pedro y el Lobo, del Royal Ballet School. Lo tenemos en vídeo y verdaderamente está interpretado maravillosamente por esta escuela, que a pesar de ser niños, se les ve muy bien; no se ven forzados, a pesar de tener un alto nivel. Transmiten alegría, aunque nunca se sabe... Creo que sus circunstancias son diferentes a las del ballet que vimos de Ucrania...
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